lunes, 22 de agosto de 2011

San Lunes

Indolente y bonachón, San Lunes es el patrono de todos aquellos que se desmandan, sobre todo en sus raciones etílicas, los fines de semana; aunque quienes le manifiestan mayor devoción son los albañiles y los aficionados al pulque, los aguardientes de caña de azúcar y los destilados de uva de la más baja estofa, cuya ingestión les da pasaje para visitar por unas horas el inframundo y les ocasiona un severo envenenamiento, bautizado en el argot patibulario con el rasposo nombre de cruda o curda, según si se es de origen mexicano u oriundo de la península ibérica.

Sus fieles le solicitan auxilio mediante una gama indescriptible de lamentaciones y quejidos expresados desde la más rigurosa inmovilidad, misma que llevan a los excesos de la resistencia pasiva inspirada en el ejemplo de Mahatma Gandhi. No se desprenden del sueño o intentan movimiento alguno, así sus obligaciones les puncen el cerebro, su mujer les menee la cama, petate o hamaca donde yacen, o su prole entone un infernal concierto en la escala más aguda y estridente de los berridos y reclamaciones. Se cuelgan, literalmente, del manto del santo, y cobijan con él los estragos físicos y mentales que les desguanzan el cuerpo. Esperan, con dolor punzante, a que el santo los toque con su dedo y les dé un respiro para incorporarse e ir en busca de advocaciones más eficaces.

San Lunes es pródigo en sus apariciones y las realiza bajo el amparo de formas diferentes, dependiendo de la calidad de su clientela. La más generalizada, y que es reclamada fervorosamente, es aquella que lo ofrece en comunión envuelto en la espuma y las burbujas rubias de la cerveza fría embotellada. Es en esta beatífica presencia donde su influjo opera de manera milagrosa y produce cambios radicales de conducta muy parecidos a la beatitud, ya que el beneficiado manifiesta humildad y contrición, si no es que llega al colmo del arrepentimiento.

También, San Lunes se deja ver tendiendo sus piadosas manos entre las zonas que rodean a los lamparones de grasa de un caldo de pollo o asomándose tras los granos de maíz cacahuacintle de un pozole enrojecido por la túnica que forma el chile piquín espolvoreado. Asimismo, se ostenta con harta frecuencia en los trozos de carne de borrego transformados en barbacoa después de haber resucitado de su enterramiento en tierra seca y de su sepulcro de pencas de maguey u hojas de plátano o maíz serrano, si su advocación reviste la forma de mixiote. Su efectividad, en estos casos, es lenta pero segura, y los fieles adquieren la certeza de que vale la pena volver a pecar para recibir sus beneficios.

Otras de sus expresiones milagrosas conllevan complicidades térmicas que el santo crea al asociarse, por ejemplo, con la inmensa variedad de chiles o ajíes cultivados dentro de los cánones de la flora vernácula, que producen sudoraciones espesas y abundantes para cumplir con el proverbio que reza: cruda sudada, cruda pasada. Estas apariciones pueden ser directas y mandibularias, mediante la masticación del chile seleccionado, o encubiertas bajo la composición de salsas, guacamoles y otros menjurjes que, amén de escaldar la lengua del penitente, le ayudan a curarse con diarreas y pedorreras cuya pestilencia ahuyenta a los demonios e impide, así, cualquier reclamación personal y embarazosa de las huestes de Satán.

Mas, si bien el auxilio carnal de San Lunes le ha ganado millones de devotos Urbi et Orbe, también es justo hacer hincapié en sus dotes metafísicas que han llegado a instituir tradiciones y precedentes en el derecho consuetudinario. En su papel de justificante por faltas o retardos laborales, basta con que el infractor o infractora (aquí se unen a la grey las sirvientas, mucamas, chachas, galopinas o como quiera que se les llame) apele a San Lunes para que la parte patronal, sea cual fuese la naturaleza de la fuente de trabajo, comprenda que la infracción no ha sido voluntaria, sino el ejercicio de una costumbre arraigada tradicionalmente en la comunidad y, por ende, sancionada como un derecho adquirido que, si bien no ha sido consagrado en la normatividad del derecho positivo, tiene la misma validez jurídica que las sentencias de los tribunales colegiados que sienta jurisprudencia y determinan la legitimidad de los laudos emitidos en controversias obrero-patronales en beneficio de los acólitos de este santo macanudo. Ni qué decir de su aceptación como excluyente de responsabilidad.

Nadie en su sano juicio, ni siquiera en los países más bárbaramente desarrollados del planeta, se atrevería a castigar a los profesantes del credo de San Lunes.

Santo polifacético, que igual se aparece disfrazado bajo la imagen de garnacha, memela, sope, chicharrón en pipián verde, sopa de médula, caldo de camarón, coctel de mariscos variopintos y otras muchas representaciones, San Lunes ha sido y es, desde los tiempos inmemorables del Arca de Noé hasta nuestros días, uno de los tutores más queridos y solicitados por la humanidad. Por ello, se le invoca cada semana y se le mantiene en un lugar privilegiado en los altares.


Fuente del cuento y lugar donde pueden encontrarse otros cuentos y poemas.

http://www.cultura.df.gob.mx/images/stories/antologiasdeboleto/8paraleerdeboleto8.pdf

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